¡Di no al #circularwashing!
Lo que más nos preocupa de esta #burbujacircular a la que presenciamos últimamente es la forma en que se banalizan conceptos.
Llevamos meses dandole vueltas a este tema y hemos asumido de que a la democratización de un concepto corresponde su inevitable «vulgarización» (y no nos referimos a la acepción latina vulgus «el pueblo, común».. si no la de vulgar, entre los cuales significados la RAE describe «3. adj. Que es impropio de personas cultas o educadas. » desde un sentido despectivo, que ha perdido su valor originario).
Con esta reflexión, no se malinterpreten nuestras intenciones, como de que haya que usar el latín o palabritas sofisticadas para expresar las ideas o los conceptos de la Economía Circular, pero sí respetar la complejidad del lenguaje y del asunto.
La EC, es un nuevo planteamientos socio-económico inspirado en la naturaleza donde desaparece el residuo y en que las cadena de valor de todo lo que nos rodea se transforman hacia lo local y el impacto positivo en la sociedad y entorno. No es simplemente una mejor gestión de los residuos para ser más competitivos o «crecer más» sino una excusa para cuestionar muchos de los axiomas («Proposición tan clara y evidente que se admite sin demostración» RAE.) que sostienen e impulsan nuestra sociedad.
Esta complejidad se puede tratar desde una conversación pausada e intencionalmente comprometida o, por el contrario se puede «banalizar» en un par de conceptos y asumir sus consecuencias positivas y negativas. Para que esta última reflexión quede más clara basta pensar en el tema de género o en la política, temas tan complejos y difíciles que se reducen y simplifican hasta instrumentalizarse y convertirse finalmente en discusiones «de bar» como si fuera el mercado de fichajes de un equipo de fútbol.
Lo que sí está claro es que en la mediocridad educacional y cultural en que vivimos, esta reducción de lo complejo a lo banal, algo de modos modos, intrinseco en la naturaleza humana (que por su falta de capacidad computacional mental tiene que generar prejuicios y elegir entre pocos colores de un partido politico o de una camiseta) se dispara y sería ingenuo pensar que fuera fácil hacerlo de manera diferente, pero sí tenemos la obligación de estar atentos a los peligros de la «vulgarización».
Con todo esto, es importante destacar que no hablamos desde una perspectiva de comunicación, que sí tiene que ser plana, concisa y fácil de entender, hablamos de apropiación, de banalización y de asociación entre conceptos incoherentes porque ellas se manifiestan desde la intención y si la intención es sacar «tajada» mediática, política o empresarial entonces es allí donde nace el verdadero problema.
Puede ser, también, que esta «vulgarización» sea, quizás, el precio que tenemos que pagar por hacer «comestible» «asimilable» la materia de nuestro trabajo cotidiano a cada vez más población pero el riesgo de que finalmente eso se repercuta negativamente existe y es real.
Cada vez que se usan las palabras Economía Circular más allá de lo necesario: en un evento, una ponencia o un tweet, se erosiona su valor simbólico y su capacidad de transformación hasta llegar al #circularwashing
Ya sabemos el daño que hace el #rscwashing o #greenwashing. Seamos puristas de la Economía Circular, defendamos su valor como un Cervantes de turno defendería el idioma castellano y su compleja belleza del lenguaje «vulgar» de nuestras chats de whatsapp.
Nicola Cerantola
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